Historia
Orígenes y evolución de la S. M. Amagredos
"Nacimiento de la S.M. Amagredos" por Santos Jiménez Sánchez
Nada surge al azar. Todo tiene su propósito, su principio. Así como los pájaros alejan la drupa inconscientes de que con ello propagan la especie, así también nosotros nos alejamos geográficamente de la planta madre, es decir, de la Sociedad Micológica Extremeña, para poner la semilla en este sur de Gredos tan propicio a las setas, tan proclive al mundo de los hongos.
Antes de que algunos "covacheros" formáramos parte de esa sociedad, fue Manolo González Prieto el verdadero artífice, el que supo pasarnos esa droga sana de la micología; aquel hombre que sabía dedicar su tiempo a todos, cosa prácticamente imposible en la actualidad, aquel hombre como digo, sabía encandilarnos explicándonos las delicias de la Amanita caesarea o los milagros encerrados en una de las mil plantas medicinales que nos rodean. Es, sin ninguna duda, el padre de esta idea, a través suyo nació todo lo que hoy día vemos consolidado en una magnitud que estábamos muy lejos de pensar en aquellos primeros momentos de "Amagredos".
Durante muchos años, en primavera y en otoño, sobre todo en los otoños húmedos y fecundos en Extremadura, acudíamos puntualmente a tantos hermosos lugares: Mérida, Zafra, Plasencia, Guadalupe, Piornal, Tentudía, etc., para participar en los inolvidables sábados de bota y merienda, a los que añadiríamos, de amistad y alegría, pues allí es donde conocimos a maestros en este mundo de las setas con los que pudimos compartir conocimientos y emociones: Ramón Mendaza, José Ramón Gil, Tomás Jarillo, que vino de los remotos alcornocales y jarales de Calañas donde rompe la tierra el "gurumelo"...
Luego estaban los domingos, más encaminados a la parte científica, con conferencias, exposiciones, identificación de especies..., allí empezamos a desentrañar el infinito tejido micológico que por supuesto es inextricable y no se termina nunca.
Aquí, en Cuevas del Valle, con las primeras lluvias de la primavera salieron las setas y se le despertaron a Horacio González las ganas de constituir nuestra actual Sociedad Micológica Amagredos. Tanteaba y sopesaba el ambiente para ver que posibles socios eran capaces de embarcarse en el proyecto: Joaquín Zazpe, a pesar de estar en Navarra, participaría seguro y además con colaboración activa pues para muchas cosas como todos sabemos, hoy no hay distancias; Santos Jiménez, sin problemas, ese se apunta a un bombardeo, Esther, Rober, Milko, Chuchi, César, Fernando, Ana... El apoyo desde el principio del grupo "Amigos Naturalmente" de San Esteban de Valle. Era suficiente, el tren se ponía en marcha.
Las lluvias fueron fecundas y los socios florecieron en todos los terrenos; así en coníferas como en caducifolias. De los cinco pueblos del Barranco, de Arenas, de Ávila, de Madrid, de Castilla La Mancha, de Extremadura, de Navarra, de Euskadi, .
El 23 de agosto de este año 1997 que vamos narrando, después de tropecientas mil reuniones de la directiva en funciones -perdonen la rima pero es algo innato, ni sé como no escribo esta breve historia en pareados-, se presentó por fin nuestra Asociación. El acto tuvo lugar en el Salón del Ayuntamiento Viejo de Cuevas, lugar donde tantas y tantas actividades hemos desarrollado desde entonces. La sala estuvo decorada con los carteles de "El bosque y las setas" cedidas por nuestros amigos de la Sociedad Extremeña.
El ambiente era propicio. Bien es verdad que en los primeros momentos casi todos somos micófagos y vamos preguntando por ahí si esto se come o no se come. Alguien hay que ha indagado en las propiedades del yesquero para la elaboración de caldos; pero al final todos queremos aprender, salir al campo, asistir a las reuniones, degustar los platos que se preparan en grupo, aprovechar todas las posibilidades que, siempre con su dosificación de pimienta y jolgorio hemos elaborado.
Nuestras primeras jornadas micológicas se realizaron los días 25 y 26 de octubre de ese año 1997 en "Las Morañegas" como no podía ser de otra manera, pues es muy probable que procedamos de ese entorno de robledal y pino, rodeado de arroyos y abrigado de los perniciosos vientos del Norte por nuestra madre Morilla. Unas jornadas micológicas si salen bien y están bien programadas justifican por si mismas la creación del grupo y son en realidad la verdadera Asamblea General de la sociedad, pues es donde la mayor parte de los socios se reúnen, disfrutan y discuten de todos los asuntos.
Aquel sábado fue memorable. Repartidos en grupos, fuimos buscando setas por todos aquellos parajes de "Las Morañegas" de tanta y tan variadas especies de árboles: roble, pino negro, pino albar, piornal, castañares, pequeños arroyos con bosquetes de ribera, en fin, una auténtica delicia. Orientamos a la gente, y así lo hemos seguido haciendo durante todos estos años, para que no hiciera una recogida masiva de especies, para que, ejemplares que ya otros llevaban no se repitieran, pues, aunque las exposiciones son el lugar donde verdaderamente muchos conocen y aprenden a distinguir las setas, también es cierto que si no se cuida, la recolección puede ser un despropósito. Arrasar con todo lo que sobresale del suelo no es precisamente el objetivo de las Sociedades Micológicas.
Todo salió bien aquel día, y tuvimos música, otro factor distintivo de esta sociedad que hemos mantenido y mantendremos, pues ver aparecer una dulzaina tocando entre los pinos mientras se desparraman las meriendas por el suelo, no tiene precio. A las ocho de la tarde tuvo lugar la charla-coloquio "El mundo de las setas" con los ponentes: Horacio González como presidente de nuestra sociedad, Fernando Durán y Magdalena Pazzis de la "Sociedad Micológica Extremeña" y Rafael Aramendi, Ingeniero T. Forestal, micólogo y hoy en día uno de los pilares de Amagredos después de todos estos años de colaboración y enseñanzas. Tras la conferencia cenamos en el Hotel "Molis" y se continuó con el folclore que en este caso estaba representado por la ronda de "Los Pilaretes".
El domingo fue la primera - y bien instituida para el futuro- comida en el Parador de Gredos con un menú que ya es historia y que tardamos en olvidar mucho tiempo.
Y, así, han pasado diez años. Recuerdo la famosa sentencia del filósofo griego que dice: Nadie se baña dos veces en el mismo río. Encontramos en ella, según Borges un atisbo de terror, pues al pronto verificamos que en verdad el agua fluye y cambia y jamás es el mismo aunque lo parezca. Entonces pensando en el río, caemos en la cuenta de que nosotros tampoco somos los mismos, somos tan fugitivos como el río que va a la mar que es el morir según nuestro querido Jorge Manrique. Así las actividades de todos estos años aunque tan parecidas, son nuevas cada vez. Nuevas gentes y nuevas setas idénticas a las de otoños anteriores, suculentas y enigmáticas, mortales de necesidad, como nosotros, mortales con la innata necesidad de conocer, de ver una vez más los anaranjados destellos de una "Amanita caesarea".